Turquía como economía emergente. Por: Francesco Lovaglio Tafuri
Turquía como economía emergente es una apuesta que vuelve a tomar fuerza, tras más de un año de caída libre. Los bajos precios del petróleo han perjudicado a algunos países, mientras que otros, que importan una parte considerable de su energía, se pueden beneficiar, entre ellos tres países: Taiwán, India y Turquía.
La economía de Turquía engordó con la inversión extranjera durante su auge hasta estancarse, tras muchas advertencias, que intentaban prevenir al país anunciando la insostenibilidad del modelo. Su adicción al capital extranjero hicieron Turquía como economía emergente un paraíso demasiado vulnerable.
Durante años, el país disfrutó del auge de la llegada de capital extranjero, un fenómeno con algunas consecuencias que ya hacían presagiar la catástrofe:
- El aumento desorbitado de los precios inmobiliarios que se dispararon, aumentando en más de un 50% en un periodo inferior a un lustro.
- El incremento también del PIB del país y el ingreso per cápita, que se triplicó desde el año 2003.
Sin embargo, las acciones de Gobiernos de otros países, en especial Estados Unidos en su política financiera, provocaron que, al aumentar la seguridad en las economías locales, los inversionistas comenzasen a retirar su dinero de los mercados emergentes. El crecimiento de Turquía se redujo a poco más de 2% en 2013 y la moneda del país, la lira, cayó aún más en enero del año siguiente.
Tras la caída de los precios del petróleo, el país parece tener una salida a la incertidumbre. La idea de Turquía como economía emergente toma fuerza de nuevo y permite a los inversores más arriesgados centrarse en sus ventajas:
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